Jorge Mario Bergoglio lleva un aรฑo como
Francisco, el 266ยบ papa de la Iglesia Catรณlica, el primero de origen jesuita,
el primero de Amรฉrica latina y, por ende, el primero de la Argentina.
Su elecciรณn por
amplรญsima mayorรญa de los cardenales, el miรฉrcoles 13 de marzo de 2013, fue el
corolario de un largo proceso en el que la Iglesia mirรณ hacia adentro y aceptรณ
que la hegemonรญa centroeuropeรญsta que la habรญa regido desde siempre era
responsable, en enorme medida, de su alejamiento de la gente.
El cรณnclave se rebelรณ
al partido de la curia, analizรณ Paolo Rodari en el diario La Repubblica , que habรญa titulado en su portada “ La nueva Chiesa di Papa Francesco”
(La nueva Iglesia del papa Francisco).
El diario Corriere della Sera se puso en la misma lรญnea de anรกlisis:
el nuevo Papa exhibe “la voluntad de cambiar sin retรณrica”, escribiรณ Claudio
Magris; “es el ascenso de un cristiano simple”, detallรณ Alberto Melloni.
percibieron de inmediato el cambio que se
venรญa.
Para los argentinos fue
mucho mรกs fรกcil de entender: ¿quรฉ podรญa cambiar para que Francisco no fuese el
mismo Bergoglio que se embarraba los zapatos en las villas de Buenos Aires?
El camino que emprendiรณ
ya como papa devolviรณ al mundo la imagen de un comunicador desde la simpleza y
la cercanรญa.
Nada de teologรญa
incomprensible, sรณlo palabras simples para explicar por quรฉ los cristianos
(obispos, curas, religiosas, fieles) deben volver con alegrรญa hacia la bondad y
la misericordia.
“No me imagino un
cristiano que no sea capaz de sonreรญr. Demos testimonio gozoso de nuestra fe”,
publicรณ el 30 de enero en su cuenta de Twitter.
Nada de ropajes
principescos ni tratos obsecuentes, sรณlo manos tendidas a los que necesitan
consuelo, a aquellos que estรกn en “la periferia de los corazones”, chicos,
ancianos, inmigrantes, desclasados.
Por debajo de la
superficie, el sacudรณn es fuerte. Un cura argentino amigo de Bergoglio admite
que en la Iglesia cosechรณ gente que lo ama y le es incondicional; incluso,
muchos que se habรญan alejado de la Iglesia. Otros lo acompaรฑan porque comparten
su mirada del mundo y de la realidad. Y hay quienes apenas si lo toleran.
Pero estos รบltimos se
encuentran ubicados dentro de los sectores de la misma Iglesia que ven peligrar
su poder. Esa conducta no parece permear hacia la feligresรญa.
Alta imagen
positiva
Las encuestas asรญ lo
revelan: por ejemplo, a nueve meses de su elecciรณn, Francisco tenรญa un 85 por
ciento de opiniones positivas, lo que no habรญa logrado ninguno de sus
predecesores.
Ocurre tambiรฉn en los
Estados Unidos, donde hay sectores de la curia que no son, precisamente,
favorables al Pontรญfice.
Un sondeo de la cadena CNN, conocido en la
Navidad pasada, revelรณ que casi nueve de cada diez norteamericanos catรณlicos
apoyan su gestiรณn. Lo curioso es que quienes no son catรณlicos lo ven parecido:
tres de cada cuatro elogian su tarea.
Otra encuesta, del
reconocido Centro Pew, confirma su popularidad en Estados Unidos: el 71 por
ciento de los catรณlicos de ese paรญs dice que Francisco representa un cambio
importante en la direcciรณn de la Iglesia Catรณlica, y sรณlo el dos por ciento
sostiene que es para peor.
Es probable que buena
parte de esa imagen positiva se sustente en la sensibilidad que profesa y
practica, y que lo acerca al comรบn de los mortales por fuera de las vanidades
de las que hasta hace un aรฑo hacรญan gala muchos prelados y curas.
“Estรก en su espรญritu el
rechazo visceral hacia todo tipo de privilegio. Esa es una de las
caracterรญsticas de su persona; lo siente desde la pasiรณn, lo inquieta
profundamente. Que alguien use un poder para un beneficio personal, de gloria,
lo pone loco”, describe aquel viejo conocido suyo.
“Desgarren su
corazรณn...”
En verdad, para muchos
obispos un puesto en el Vaticano era el camino previo a una jubilaciรณn que,
hasta Francisco, significaba el retiro a un palacio romano, con curas de
secretarios y monjas que los servรญan hasta la muerte.
Estรกn presentes en la
Argentina esos regresos rรกpidos desde Roma. Sus viajes eran exprรฉs. “No
soportaba ver gente con las mejores ropas, en limusinas. Y no es por un falso
amor al sacrificio, sino porque tiene la convicciรณn profunda de que nadie puede
beneficiarse del servicio”, explica el cura.
“Desgarren su corazรณn y
no sus vestidos”, cita Francisco al profeta Joel.
Por cierto, eliminar
las canonjรญas no es una tarea sencilla. Mรกs bien, requiere un trabajo de
cirujano que ofrezca a todos la oportunidad de alinearse con esta nueva forma
de vivir la Iglesia. O irse.
Para Francisco, los
cambios estructurales sin las personas adecuadas no sirven, no modifican nada
de la realidad. Esto explica un trabajo casi silencioso para destinar a cada
lugar clave de la curia a personas que han demostrado lealtad, pero no a รฉl
mismo, sino al modelo de Iglesia que proclama.
Hay mรกs: sus posiciones doctrinales han
abierto grietas con los sectores mรกs conservadores de la Iglesia, que son los
que no lo quieren bien.
El papa argentino les
demuestra a muchos obispos que estaban equivocados: los fieles no se recuperan
con dureza en temas de moral sexual, rezando en latรญn o volviendo a costumbres
de otras รฉpocas.
Aun cuando da pruebas
cada dรญa de que su pontificado estรก blindado por el apoyo de la gente (en
especial jรณvenes, como lo demostrรณ en su visita a Rรญo de Janeiro), estรก lejos
de soportar la obsecuencia de algunos que se acercan peligrosamente al culto de
la personalidad.
El diรกlogo
interreligioso se convirtiรณ, ademรกs, en uno de los ejes del pontificado. No es
de parte de Bergoglio una actitud nueva: la arrastra desde Buenos Aires, pero
al mismo tiempo la fortalece desde su condiciรณn de obispo de Roma.
“La Iglesia Catรณlica es
consciente de la importancia que tienen la promociรณn de la amistad y el respeto
entre hombres y mujeres de diferentes tradiciones religiosas”, les dijo a 33
lรญderes religiosos, lejos del trono papal y, en cambio, desde una silla comรบn
que los puso a todos a la misma altura.
Las puertas se
mantienen abiertas: una delegaciรณn de rabinos, curas, imanes y otras
personalidades que realizaron en febrero una peregrinaciรณn a Jerusalรฉn, Amman y
Ramallah fueron alentados por Francisco para continuar con su labor por la paz
y el entendimiento. Quizรก de ese encuentro haya alumbrado una idea que se estรก
macerando dentro del Vaticano: un encuentro juvenil interreligioso.
Mientras tanto, el papa
Bergoglio, elegido el hombre del aรฑo por la influyente revista Time , no quiere que su imagen se banalice.
Franciscomanรญacos,
abstenerse
En la entrevista con
Ferruccio de Bortoli, director del Corriere
della Sera , en la que
contรณ su gusto por ser sacerdote, tambiรฉn fue muy duro contra la
“franciscomanรญa”.
“Me gusta estar entre
la gente, junto a los que sufren, y andar por las parroquias. No me gustan las
interpretaciones ideolรณgicas, una cierta mitologรญa del papa Francisco. Cuando
se dice, por ejemplo, que salgo de noche del Vaticano para ir a darles de comer
a los mendigos de Via Ottaviano... Jamรกs se me ocurrirรญa. Sigmund Freud decรญa,
si no me equivoco, que en toda idealizaciรณn hay una agresiรณn. Pintar al Papa
como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me resulta
ofensivo”.
Un aรฑo despuรฉs de ser elegido papa, el padre
Jorge se define como un hombre comรบn, que “rรญe, llora, duerme tranquilo y tiene
amigos como todos”.
En definitiva, una
persona normal a la que el destino puso al frente de mรกs de mil millones de
catรณlicos, cuyas laceraciones, como la de la anciana que perdiรณ a su hijo, debe
ayudar a sanar.
Se lo dijo a los curas
de Roma: “Misericordia significa antes que nada curar las heridas. Cuando uno
estรก herido necesita esto de inmediato, no los anรกlisis. Luego se darรกn los
cuidados especiales, pero primero se deben curar las heridas abiertas. Hay
tanta gente herida, por los problemas materiales, por los escรกndalos, tambiรฉn
en la Iglesia... Gente herida por las ilusiones del mundo. Nosotros, curas,
debemos estar allรญ, cerca de esta gente”.
รl, que se mudรณ a Roma,
lo sigue haciendo.